Texto °
¿Sacarlos del salón? No. No es mi forma de resolver los conflictos.
Admito que en muchas ocasiones se puede confundir con falta de autoridad, pero
yo me pregunto ¿es que estamos en una aula de Primaria para tomar medidas tan
efectistas? Muy por el contrario, yo considero que los mismos adolescentes
notarán que su conducta es su propia arma de juego.
¿Inmaduros e irracionales? Tal vez haya algo de inmadurez, pero
irracionales jamás. Una persona de más de catorce años ya sabe claramente que todas las acciones que
realiza tienen una causa y por lo tanto una consecuencia ¿O considera usted que
ellos atentarían contra su propia integridad de manera consciente?
Lo único que ellos deben saber es que el mundo no es como su hogar (para
bien o para mal), y que pese a ello hay personas que los estiman y desean
ayudarlos de manera desinteresada. Insisto, no es debilidad de carácter, es la
esperanza de que ellos mismos, damas y varones, reconozcan que su conducta es
la que trazará desde este momento su destino, que las cosas nunca permanecerán
eternamente como hasta ahora, donde están protegidos por su ímpetu juvenil, sus
poderosos amigos y su invencible arrogancia omnipotente.
¿Mano dura? No creo que se haga necesario ahora, pues es más que seguro
que la dureza del propio destino, labrado hoy con esas manos que destrozan las
carpetas y las paredes, les dará en sus rostros lozanos, y entonces ya no
estaremos cerca de ellos para decirles “por
favor, jóvenes, mantengan la compostura”. Prefiero no echarlos del aula,
porque en un futuro, no muy lejano, el destino se encargará de echarlos incluso
de su propio camino. Y la fuerza de sus juveniles voces se ahogará en un
suspiro resignado.
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